miércoles, 3 de octubre de 2012

La Casa Condal de Barcelona y Guifré el Pelós

Guifré el Pelós. Rollo genealógico. Monasterio de  Ripoll
La división administrativa de Catalunya en condados empezó a la sombra del Imperio Carolingio, ya que la mitad norte del territorio catalán era lo que se conoció como la Marca Hispánica del imperio. Como acostumbra a pasar en todos los grandes imperios, no podían controlar todos sus territorios de forma directa, así que poco a poco, los condes catalanes, que todavía eran elegidos por el poder franco, se fueron independizando.
El último de los condes nombrado por los francos fue el mítico Guifré el Pelós (Wifredo el Velloso), el año 878. A partir de él, el cargo pasó a ser hereditario y fue así como nació la Casa Condal de Barcelona. Rápidamente, la ciudad se convirtió en el centro político, administrativo y espiritual del condado, primero, y de Catalunya después.

En la época de Guifré I el Pelós, el país funcionaba como un estado feudal independiente, aunque lo cierto es que el vínculo con los francos continuó por bastante tiempo más. Por poner un ejemplo, todos los asuntos eclesiásticos de los condados catalanes estaban en manos del arzobispado de Narbona y fue así hasta llegado el siglo XII. Los escritos de entonces eran realizados por escribanos o cronistas, ya fueran reales o monjes, y están fechados según los años del rey franco, lo que confirma el poder franco. De hecho, los reyes francos mantuvieron el título de condes de Barcelona hasta el siglo XIII.

Guifré I, nació el año 840 y murió en el 897. Sin lugar a dudas, la existencia de Catalunya como nación le debe mucho a este conde, por ello se le considera el padre de la independencia catalana. Perteneció a la casa de Carcasona y poseía innumerables propiedades en los Pirineos.

Fue el fundador de los monasterios de Ripoll y de Sant Joan de les Abadesses, lugares sagrados en los que se trabajó con ahínco en la copia de los textos antiguos más importantes en posesión de los condados catalanes y que han llegado hasta nuestros días. 


Monasterio de Ripoll, fundado en el año 880 por el conde Guifré el Pelós

Su muerte llegó como consecuencia de un enfrentamiento con el gobernador de Lleida, Llop ibn Muhammad, quien lo hirió mortalmente. Tras su muerte, la leyenda de Guifré el Pelós creció por toda la tierra catalana. A él se le atribuyen numerosos hitos difíciles de creer, pero que forman parte de la tradición y no cabe dudar acerca de la importancia que tuvo su política para conseguir que los condados catalanes se independizaran completamente del poder franco.


Mapa del Imperio de los Francos. La marca del sur corresponde a la Marca Hispánica, que coincide con el territorio catalán

Posiblemente, la leyenda atribuida a Guifré el Pelós más conocida, incluso internacionalmente, sea la del origen de la bandera catalana, la senyera de les quatre barres. Según cuenta la leyenda, el conde estaba luchando contra los sarracenos en el sitio de Barcelona cuando resultó herido de muerte. Ludovico Pío, que entonces era rey de Francia, al enterarse de la noticia acudió rápidamente al encuentro de Guifré I. Al verlo, advirtió que su escudo estaba recubierto de oro, pero carecía de blasón. Ludovico, decidido a que su vasallo (porque Guifré combatía a las órdenes del rey franco) no muriera sin él, mojó los dedos en la sangre que brotaba de la herida mortal del conde y los pasó por el escudo. Sus ensangrentados dedos, formaron las cuatro barras rojas sobre el dorado fondo del escudo. Cualquier historiador sabe que esta leyenda no es cierta, porque cuando el rey Ludovico Pío murió, Guifré todavía no había nacido. Pero es cierto, que se ha transmitido de generación en generación hasta nuestros días como un símbolo identitario de Catalunya y de los catalanes.




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