martes, 17 de julio de 2012

¿Quién mató a Stalin?

Stalin con su segunda esposa Nadezhda  Alliluyeva
Durante los últimos cincuenta años la muerte de uno de los más terribles dictadores que haya conocido la humanidad, Stalin, ha sido un misterio. De hecho, nadie sabe si fue asesinado o murió de muerte natural, sin embargo, lo cierto es que murió en el momento preciso para muchos, porque por aquellos días, el cruel georgiano, andaba organizando una nueva campaña de terror, el complot de los médicos judíos.
En este artículo, que dividiremos en dos partes por su extensión, no nos proponemos descubrir al asesino, si lo hubo, pero sí dar algunas pistas acerca de lo que pudo pasar los últimos días de vida de Stalin, porque fueron varios ilustres personajes, entre ellos sus hijos, quienes lo vieron morir el 5 de marzo de 1953 a las 22:10 y muchos de ellos tenían motivos más que suficientes para querer asesinarlo.

Gracias a que en 2004 algunos archivos relacionados con la muerte de Stalin se hicieron públicos y a la posibilidad de que algunos historiadores como Simon Sebag de Montefiore hayan podido entrevistar a algunos de los que lo conocieron, tenemos la posibilidad de trazar las pistas que nos ayuden a determinar si Stalin fue asesinado o no y por quién.

Stalin en 1949, después de la Segunda Guerra Mundial (Gran Guerra  Patria para los rusos)

De entre los documentos hechos recientemente públicos, apareció un extraordinario informe de los archivos secretos que narra minuto a minuto la agonía de Stalin hasta llegar a la muerte. Lo escribieron los médicos que atendieron a Stalin y ha permanecido escondido durante más de cincuenta años. Este informe explica cómo respiraba el dictador y cómo orinaba, por ejemplo, pero también muestra la intención de algunos de los líderes políticos de esconder parte de la información, tal vez, para ocultar su maldad. Se trata de un documento extraordinario, porque hasta ahora nadie había tenido acceso a tanta información acerca del momento de la muerte del que fuera el hombre más poderoso del mundo.

Hay muchas incongruencias en la versión oficial de las últimas cuarenta y ocho horas de vida de Stalin, así que lo primero que habría que preguntarse es quién de su entorno, alguien que pudiera llegar hasta él, desearía verlo muerto. En este sentido, la lista es larga y, aunque parezca sorprendente, su hija Svetlana Alilúyeva aparece como una de las sospechosas de la investigación. Sin lugar a dudas, Svetlana tenía muchas razones para desear la muerte de su padre. El trágico suceso del suicidio de su madre, quien se despidió con una carta en la que acusaba a su marido de tirano y se disparó en el corazón, marcaría la vida de Svetlana. Stalin, como no podía ser de otra manera, acusó a su mujer, en el mismo entierro, de morir como una traidora. Posteriormente, detuvo uno a uno a todos los miembros de la familia de la madre de Svetlana. Todas sus tías y primas fueron encarceladas y exiliadas y sus vidas quedaron destrozadas.


El aislamiento de Svetlana quedó manifestado en el mismo entierro de su madre, según declaraciones de su prima Kira, una de las que sufrió la represión de Stalin, "Svetlana sentía un auténtico terror por su padre. En una ocasión le preguntó que por qué estaba enviando a la cárcel a todas sus primas y tías y él respondió, si te pones de su lado también te encarcelaré a ti". Ese aislamiento fue aumentando hasta que al llegar a la madurez, Svetlana experimentó su primer romance, el primer amor. En 1943 Stalin lo descubrió y, a parte de ser Svetlana humillada e insultada por su padre, al novio lo torturaron hasta que confesó un crimen que no había cometido y lo enviaron a las minas de sal de Siberia. Así que motivos para desear la muerte de su padre no le faltaron. Sin embargo, algunas de las grabaciones que pueden encontrarse en la plataforma Youtube con entrevistas que Svetlana concedió en el transcurso de su vida, especialmente, aquellas realizadas cercana su muerte en los Estados Unidos donde estaba exiliada, demuestran que de alguna manera ella quería a su padre, incluso sabiendo el terror que infligió a la sociedad soviética y cuántos murieron por ello. No parece disculparlo, tal y como se desprende de unas declaraciones realizadas en una entrevista hacia los años sesenta en la que decía "la trágica historia de nuestra familia, sólo confirma que él era un monstruo moral y espiritual" , pero su emoción al recordarlo años después no hace pensar que ella fuera capaz de matarlo. 








El hijo mayor de Stalin, Vasili, tenía aún más motivos que su hermana para desear la muerte del dictador. Muy afectado por el suicidio de su madre, más si cabe que su hermana Svetlana, la madre era el único muro protector que le quedaba a Vasili para defenderse del cruel padre por el que sentía un terror exacerbado cuando se encontraba en presencia de él, o al menos eso es lo que declaró uno de los amigos de la infancia que conoció bien el entorno íntimo de la familia de Stalin, Stepan Mikoyan, hijo de Anastás Mikoyan, uno de los líderes soviéticos más próximos a Stalin. Según dijo, Svetlana le había confesado que Vasili no podía ni decir dos palabras seguidas en presencia de su padre por el miedo que le tenía. 


Como hijo de Stalin, rápidamente le catapultaron a la élite militar y con una temprana edad fue nombrado General. La vida de Vasili fue un completo desastre, ascensos rápidos en las fuerzas aéreas y humillaciones públicas orquestadas por su padre. Tubo graves problemas con el alcohol, que intentó abandonar en varias ocasiones, intentos frustrados todos ellos y un comportamiento social temerario en el que intentaba seducir siempre a las mujeres de otros. Un conjunto de desequilibrios y comportamientos deshonestos que no podían pasar desapercibidos para Stalin. Sin embargo, Vasili necesitaba más a su padre que su propia hermana, sin él Vasili estaba perdido, tenía más motivos para desear que viviera para proteger su estatus, la muerte del padre hubiera supuesto intensificar la desgracia que ya pesaba sobre su vida y perder todo. La necesidad que el hijo tenía sobre el padre hace pensar que él no lo asesinó. Por otra parte, otros asistentes a la muerte del dictador y que formaban parte de la élite política del partido y del gobierno, podían tener mayores motivos para querer asesinarlo, por lo que Vasili deja de ser sospechoso.








Uno de ellos fue el hombre en el que más confiaba Stalin, su mano ejecutora, un hombre con las manos manchadas de sangre, Viacheslav Mijáilovich Mólotov. Sus vidas se unieron en 1912 y una vez en el poder, ambos pasaban las vacaciones juntos y compartían sus vidas en familia. Sin embargo, no era lo único que compartían, Molotov era el responsable de elaborar amplias listas de personas que había que ejecutar. Él las hacía y las repasaba junto a Stalin. Se ocupaba de que mujeres e hijos también desaparecieran. Sin duda, un hombre despiadado y frío, ambicioso y con demasiada información que podía incomodar a Stalin. Molotov era el candidato a sustituirlo, pero el dictador tenía otros planes. 




Molotov en el Soviet Supremo el 31 de octubre de 1939


En la fase final de su vida, Stalin se obsesionó con una conspiración de origen judía y empezó a preparar lo que antes de la llegada de su muerte iba a ser una nueva riada (en palabras de Solzhenitzyn) de detenidos, deportados, ejecutados y muertes, se trataba del Complot de los médicos judíos. Pero antes de eso, se centró en la mujer judía de Molotov, Polina, quien fue detenida en 1949 con acusaciones falsas en las que se incluían el sexo en grupo. Molotov fue obligado a divorciarse de ella. No pudo hacer nada por su esposa, pero su situación iba a empeorar. A finales de 1952 Stalin lo atacó en un discurso en el que lo acusaba de ser un traidor en potencia y denunciaba que llevaba veinte años cometiendo errores. Esto sucedió durante el XIX Congreso en el que Anastás Mikoyam también fue señalado por Stalin







Molotov hizo intentos por recuperar el favor de Stalin, él conocía bien las reglas del juego y era consciente que su vida corría peligro. Se presentó en la fiesta, sin ser invitado, del 73 aniversario del dictador, Stalin lo ignoró por completo y éste supo que sus días estaban contados. Mientras, su esposa, Polina, se perdía en el laberinto de los campos del Gulag, sistema que él mismo había contribuido a crear, por lo que si no obraba un milagro como la muerte del georgiano, Molotov desaparecería también. Llegados a este punto, nos preguntamos si realmente Molotov mató a Stalin. Hoy en día, sabemos que las últimas semanas antes de la muerte del dictador, Molotov no tuvo acceso a él, por lo que fue imposible que lo asesinara. Por otra parte, de entre la élite que gobernaba la Unión Soviética en aquellos tiempos, Molotov era el más fiel devoto del comunismo y Stalin era su pontífice, por lo que parece difícil creer que fue Molotov quien lo hizo.


El siguiente vídeo muestra algunas imágenes de Molotov con su esposa Polina.También aparece al lado de Stalin.






Siempre estuvo al lado de su líder espiritual hasta que perdió su favor.








En la segunda parte del artículo analizaremos a los otros miembros del entorno íntimo del Zar Rojo y de aquellas personas que estuvieron presentes en el lecho de su muerte. A partir de aquí, podremos determinar si fue asesinado o murió de muerte natural.









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